—John Adams, a su amigo John Sullivan, explicando por qué las personas sin propiedades no deberían poder votar, 1776
El derecho a votar y ocupar cargos públicos en la nueva nación era un tema tenso que generalmente estaba vinculado a la tenencia de propiedades. Muchos de los forjadores se opusieron al sufragio universal masculino, sintiendo que exigir a los votantes que poseyeran propiedades ayudaba a mantener el buen juicio entre el electorado.
La Constitución dejaba el derecho al voto en manos de los estados, y aunque las constituciones estatales comenzaron a ver el voto como un derecho, no concedieron el sufragio universal a los hombres. Muchos estados del Sur, como Carolina del Sur, exigían la propiedad como condición para votar. Pensilvania eliminó la tenencia de propiedades, pero tenía un requisito para los contribuyentes, lo que significaba que los que estaban en servidumbre o en la pobreza no podían votar. La constitución estatal de Nueva Jersey de 1776 otorgó el derecho al voto a todos los “habitantes” que cumplieran con los requisitos de propiedad apropiados. En la década de 1820, durante la era jacksoniana, las actitudes habían cambiado para expandir el sufragio a todos los hombres blancos.
Aunque hoy no parezca mucho, este fue el comienzo de la larga y complicada lucha por la expansión del sufragio.
