La vegetación juega un papel importante para mantener al suelo en posición. Por ejemplo, los sistemas de raíces de pastos y árboles que crecen a orillas de un río ayudan a contener al suelo, permitiendo la absorción del agua de lluvia. El agua que no es absorbida se llama escorrentía superficial porque fluye (o se “escurre”) cuesta abajo debido a la gravedad. La escorrentía contribuye a la erosión del suelo porque lo mueve de un lugar a otro.
Menos vegetación conlleva a una mayor escorrentía y, por lo tanto, a más erosión. Los nutrientes en el suelo también desaparecen, lo que significa que crece menos vegetación y, a su vez, una adicional pérdida de la vegetación.