La atmósfera es dinámica y, junto con el océano, distribuye calor alrededor del planeta. La energía calórica se transfiere entre la superficie de la Tierra y la atmósfera a través de muchos procesos (radiación, conducción, convección).
El transporte térmico atmosférico también ayuda a regular el calor a una escala regional. Por ejemplo, supongamos que se tala un bosque para construir una ciudad. El albedo disminuye (por los materiales de construcción que son más oscuros) y se pierde el efecto de enfriamiento de las plantas a través de la evapotranspiración. La región, por lo tanto, se calienta. Sin embargo, el calor no permanece localizado, si no que se esparse a lo largo de una región mucho más grande gracias al transporte atmosférico. En balance, la región se calienta menos de lo que se calentaría sin el transporte atmosférico.
Esta gráfica ilustra cómo la temperatura del aire puede variar entre regiones más boscosas o menos boscosas.